Recuerdos...

Recuerdo mi vida como la hojarasca que quedo al llegar el pasado otoño. Recuerdo que reía, jugaba y saltaba cuando apenas tenía 3 años. Recuerdo el primer partido de fútbol al que asistí, un Sevilla – Español de Barcelona, hace ya unos cuantos años. Mi cabeza no falla, mi corazón tampoco. Recuerdo el beso de aquel primer amor, aquel que partió a otro lugar mejor, y que hace tiempo perdí la pista. Recuerdo como si fuera ayer la decepción que tuve con mi primer suspenso (y ahora que tengo tantos...) ¡que tiempos aquellos!

Recuerdo y sigo recordando la marcha de mis abuelos, mi adiós a mi tierra querida y el dolor que ello me provoca. Recuerdo... son tantas cosas las que recuerdo, que mi cabeza ya no da para más.

Porque todo existió, todo sucedió, despertando lo mejor y, aún no pidiendo que existiera, estuvo. Pero la decepción, por fin, es más grande que lo que se recuerda, que lo que recuerdo. No es el mejor momento para mirar al pasado, para hallar algo entre los recuerdos, pero si para gritar... gritar que estoy harto de que me huyas, de que no estés cuando antes siempre estabas, de gritar que te necesito y aunque a veces no lo demuestre, que sin ti no puedo estar, que sin ti no puedo vivir...

Gracias... Dios.